La Aparente Falencia De Los Intelectuales En La Redacción De Trinos (Según La Valoración De Los Lectores) Puede Estar Relacionada Con El Tipo De Inteligencia Del Público Al Que Va Dirigido Y El Nivel Intelectual De Quien Realiza Tales Valoraciones. Para comenzar enunciar una frase de sentido común: la escritura es la huella de la inteligencia humana. Y al ampliar el concepto puede afirmarse que es la expresión del Ser; como lo es el arte en general. Luego, para determinar el tipo de inteligencia del personaje que nos ocupa, basta elegir dos referentes destacados y conocidos para ser analizados. Y de esta manera he recordado, como García Márquez se lamentaba de su discordia con la ortografía, hasta llegar al límite de proponer su jubilación. De sus desavenencias con la Real Academia de la Lengua por su rigidez obsoleta. De su apatía hacia la gramática, para escribir por intuición. De tal modo que tenía el Nobel como salvaguarda de sus falencias, o de sus inseguridades que esta situación le ocasiona, siete correctores, y la ayuda de una decena de amigos voluntarios, que encerraba en unos cómodos hoteles del mundo, para que al cabo de unos días le dieran sus veredictos, antes de que se iniciara la impresión masiva de alguna de sus obras. Y contaron varios de ellos, como ante sus silencios acordados incluso, se aparecía ansioso a cualquier hora del día o de la noche procedente de cualquier parte, dispuesto a enfrentar sus temores casi siempre infundados. Esto para significar las grandes complejidades que conlleva el arte de la buena escritura. Ahora vamos al segundo referente. También confesó García Márquez, que era Fidel Castro el primer lector de sus manuscritos, escogido por su talento excepcional para rastrear inconsecuencias escondidas en la escritura. Pero se sorprendió cuando el mismo Fidel le aclaró, que las más difíciles eran los que estaban expuestas a la vista de todo el mundo, y no los que se delatan solos en las profundidades de la lectura. Era una verdad insulza. Porque muchos años después confesó, que el secreto residía en el conocimiento pleno que tenía de su amigo como persona. De tal manera que sabía como pensaba, y por lo tanto dónde podía equivocarse. Y ahora surge una pregunta lógica. ¿Por qué García Márquez no fue un gran líder político, y Fidel Castro un gran escritor? Y la respuesta es obvia: aparte de otros factores imposibles de determinar, eran dos inteligencias afines, pero distintas. El uno nació con el talento para lidiar con la complejidad que implica la creación de universos sobre el papel, incluyente de múltiples elementos como el tiempo, el modo y el espacio, la longitud de la escritura, y además la normatividad gramatical, que en todo caso aborrecía. Y el otro personaje nació para la enunciación y análisis de hechos reales mediante la oratoria, donde los complejos elementos de la narrativa escrita son reemplazados por la dialéctica y la razón. Sin que esta diferencia signifique supremacía alguna de un género sobre el otro: simplemente son distintos dentro de la afinidad natural y por lo tanto requieren de talentos afines pero diferentes. Hasta aquí ya se puede deducir la incidencia, que puede tener la herramienta en cuestión sobre estos dos tipos de inteligencia. Pero antes vamos a nuestro personaje para concluir.   Y de esta forma al continuar encontramos que como Fidel Castro, Petro, además de compartir competencias de estadistas, es dueño de una oratoria brillante y una dialéctica precisa. Lo que revela un tipo de inteligencia sobresaliente en este género, reconocido incluso por sus adversarios más acérrimos. Y de esta manera encontramos que este tipo de inteligencia, procesa ideas de largo alcance o de muy amplio espectro, y por consiguiente es dada a la argumentación exquisitamente hilada, extendida y detallada, sin los límites de la narrativa escrita. Luego esta vocación impide condensar las ideas, como lo pueden hacer los buenos redactores. Y esta es una condición humanamente insuperable, debido a que así está formateado el cerebro, y por lo tanto predispuesto a bloquearse con el solo intento de contrariarlo. Y lo peor: la persona puede no ser conciente de sus limitaciones por razones de su propia incapacidad   Un claro ejemplo de la característica etérea o volátil del pensamiento, fue el mismo Fidel Castro con sus discursos maratónicos de largo aliento. Y esta misma condición en Petro, es evidente en los discursos y entrevistas, donde tiende a consumir todo el tiempo con la primera respuesta. Y en caso de ser posible, haría un análisis del País y de su Historia, a partir de la primera respuesta, o de la primera idea en el caso de los discursos, que a veces trascienden a los tiempos bíblicos. Aspecto que de la misma manera, es apreciable en la longitud telescópica de sus columnas, que leo por capítulos como una novela. Y es esta condición, la que le ocasiona los letales cortocircuitos de manera irremediable, ante la brutal limitación de caracteres contados de Twitter; problema del que Castro escapó mediante unos asesores. Además de no ser un usuario acostumbrado. Una genial ilustración de este fenómeno, la encontré en una conversación casual con un conocido que padecía del mismo mal:<Eso es como meter un mapamundi en una botella>, me dijo acongojado. <¿Por qué no lo desinflas?>, le pregunté. <Porque ahí es cuando se me arruga el mundo y se me desaparecen los puntos cardinales>. Y mirando el horizonte pronunció:<No sé cómo hay gente que mete un barco en una botella>. Fenómeno cuya explicación científica bien podría brindarle un neurólogo o alguna especialidad relacionada con la inteligencia. O, a lo mejor la psiquiatría en el caso del mapamundi.