Para aquellos que demonizan una forma de pensar distinta y desprecian la libertad, lo que reclaman son sus privilegios y el mantenimiento de su estatus. Se atreven a reclamar irresponsablemente un derecho humano como es la libertad, mientras que su misión siempre ha sido limitarla. Son falsos demócratas e hipócritas.
Ser comunista hoy, como ayer, es luchar por una sociedad de iguales socialmente, regida por el principio de “a cada cual según sus necesidades; de cada cual según sus posibilidades”. La igualdad social implica el reparto equitativo de la riqueza producida y la redistribución igualitaria de los beneficios para favorecer a los menos favorecidos.
Ser comunista es luchar por una sociedad pacífica y por la pacificación de las conciencias individuales. Esto incluye la desalienación del trabajo necesario y la armonización de las actividades productivas del ser humano con el respeto a la naturaleza.
Ser comunista es luchar por la igualdad de género y por una sociedad en la que la emancipación sea una realidad que simboliza el nivel cultural alcanzado socialmente.
Ser comunista hoy es comprometerse a poner freno a las dos bestias que amenazan a los ciudadanos de nuestras sociedades: los pulpos que con sus tentáculos buscan atrapar el avance hacia una nueva sociedad.
La autoridad que controla la libertad debe ser derribada. El control del pensamiento que implica la autoridad no se limita a la religión, la política o la economía. La razón requiere una serie de presunciones, pero el fanatismo ciego y las creencias no requieren ninguna. Es un límite fundamental del intelecto humano. Cada vez que pensamos o razonamos, entran en juego una serie de presunciones que terminan siendo la autoridad. Como seres pensantes, no podemos escapar de ese límite.
La pasión que surge en estas condiciones recorre un camino que roza lo imprudente. Puede causar grandes logros, pero también grandes tragedias. Cuando la meta es la verdad y la verdadera libertad, vale la pena recorrer ese camino.
La libertad es simplemente la capacidad de preguntar. Debemos centrarnos en desarrollar nuestras habilidades para conseguir grandes logros y utilizar esos conocimientos para construir una vida de felicidad. Todo el mundo tiene aspiraciones personales. A veces no podremos hacer mucho, pero no se trata de resolver el problema, sino de demostrar que el dolor de otra persona nos importa.
Profundicemos nuestra comprensión y colaboremos en pro de nuestras metas. La gente usa la lógica y el intelecto para progresar, de allí la evolución social. Si un paradigma no sirve, hay que sustituirlo, reemplazarlo y construir nuevos paradigmas.
Los conceptos de progreso y evolución son naturales por definición, pero el deseo más allá de lo que se puede disfrutar es antinatural. El anhelo de acaparamiento es antinatural y genera conflicto y caos en el mundo.
Vivimos en un mundo donde la desinformación es la orden del día. La verdad está apresada, empieza con editoriales tendenciosos. Por miedo, nos adaptamos a las circunstancias y terminamos acallados.
Siempre estaremos atravesados y sometidos por el sistema, pero hay una gran diferencia en cómo lo asumimos. Una cosa es estar atravesado por el sistema y otra muy distinta es, por iniciativa propia y casi con felicidad y orgullo, someternos más allá de la dignidad propia y a costa de nuestra felicidad por el bien del sistema. En este caso, en defensa de la desigualdad y de los grandes acaparadores y concentradores de riqueza.
La libertad de información hace que una sociedad sea verdaderamente libre. Sólo cuando coexisten las opiniones divergentes es posible alcanzar la razón. Por eso, es importante dar a conocer los hechos y liberar al pueblo de la ignorancia.