viernes, 8 de noviembre de 2024

Producción de conocimiento desde la investigación crítica Alfonso Torres Carrillo

Producción de conocimiento desde la investigación crítica 

Alfonso Torres Carrillo 

Dr. en Estudios Latinoamericanos 

Profesor Universidad Pedagógica Nacional 

“Toda forma de pensamiento crítico debe comenzar por ser una crítica al 

conocimiento mismo” (Santos, 2003, p. 33) 

Presentación 

  1. En el presente artículo, me propongo exponer los fundamentos, criterios y los rasgos metodológicos de nuestro quehacer investigativo, el cual se enmarca en la tradición latinoamericana de pensamiento y acción críticos; en particular en la perspectiva de investigación participativa crítica, iniciada por Paulo Freire y Orlando Fals Borda, que a medio siglo de su formulación inicial ha tenido importantes desarrollos epistémicos, conceptuales, metodológicos y técnicos, hasta convertirse en la actualidad, en una de las tendencias investigativas de mayor reconocimiento e influencia. 

  2. En su orden, abordaré inicialmente la concepción ampliada de pensar crítico desde la que esta modalidad investigativa se posiciona, para luego plantear los principios y criterios metodológicos que orientan y configuran estas prácticas investigativas, para finalmente, esbozar las principales decisiones y acciones metodológicas que la caracterizan. Estas consideraciones ya han venido siendo expuestas, con diferentes niveles y énfasis, en otros escritos previos, como evidencia el carácter de construcción inacabada que las caracterizan. 

Pensar crítico latinoamericano desde diferentes prácticas 

  1. Cuando en el mundo académico escuchamos las expresiones “crítica”, teoría crítica o pensamiento crítico, tendemos automáticamente a asociarlo con una escuela o corriente teórica, en particular con la llamada Escuela Crítica de Frankfurt y a pensadores como Adorno, Horkheimer y Adorno; algunos recordaran sus filiaciones con la obra de Marx y su reiterada crítica “a todo lo existente”. Los más eruditos nos aclararán que la crítica, nació como una operación auxiliar de la filología y de la historia (crítica interna y externa de documentos), se elevó en Kant a un ejercicio de cuestionamiento filosófico sobre los límites de la ciencia, la ética y la estética y en los hegelianos de izquierda se orientó a develar cuanto había de alienación y extrañamiento en la religión, el arte y la filosofía misma. 

  2. También sabemos que en manos de Marx, la crítica filosófica pasó a ser una crítica a la propia filosofía y a las nacientes disciplinas sociales (como ideologías), y una crítica a la sociedad capitalista en su conjunto, transitando de crítica intelectual a praxis revolucionaria (Puerta 2015, p, 125). Así, lo largo del siglo XX, el marxismo se fue erigiendo como la corriente crítica por excelencia, la cual, en pensadores como Antonio Gramsci, George Luckas, Karl Korsch, Ernst Bloch y Henri Lefebvre, se dirigió a las versiones ortodoxas y dogmáticas del mismo; más recientemente, autores europeos como Alain Badiou, Jacques Ranciere, Chanta Mouffe, y Žižek renuevan y amplían esta tradición crítica; en América Latina también existe una amplia tradición de pensamiento crítico marxista representado en intelectuales como Enrique Dussel, Franz Hinkelamert, Helio Gallardo, Florestán Fernández, Ruy Mauro Marini, Hugo Zemelman y Renán Vega. 

  3. Pero si entendemos la crítica “como una acción que permite la emergencia de una política y una ética de la vida y como una perspectiva para analizar las complejas relaciones entre la vida y el poder” (Walzer, 1993), o como “el movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de interrogar la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad; la crítica será el arte de la inservidumbre voluntaria, de la indocilidad reflexiva” (Foucault (2013), no existe un modo único o superior de pensar crítico; por lo menos, en la tradición reciente de la filosofía, varias corrientes se han asumido como críticas; basta con traer la famosa alusión de Ricoeur (2003) a los “maestros de la sospecha” para referirse a Marx, Nietzsche y Freud, portadores de un escepticismo crítico, desde el cual las cosas no son como se muestran y hay que desenmascararlas para develar su lado oscuro: intereses de clase, voluntad de poder e inconsciente reprimido. 

  4. En esta misma dirección, podemos ir más allá, y reconocer, que la crítica social no es exclusiva o consecuencia de la invención filosófica y está presente en diferentes escenarios, prácticas y entre diversos actores contemporáneos. En efecto, el cuestionamiento frente a las verdades y los poderes establecidos, se ha dado tanto desde la filosofía, como desde las ciencias sociales y otras prácticas intelectuales, estéticas, sociales y culturales; en el primer ámbito, es reconocida toda una corriente de investigación social crítica, desde el Norte, que se sustenta en los planteamientos de la escuela de Frankfurt, en particular de la idea de “ciencia social crítica” de Habermas, que más allá de explicar o comprender la sociedad, apunta a su emancipación; en esta perspectiva, encontramos por ejemplo, investigadores educativos como Carr y Kemmis (1988), quienes plantean una investigación educativa crítica, o Giroux, Apple y McLaren, referentes norteamericanos de la pedagogía crítica. Corrientes similares encotramos en otras ciencias sociales como la historia, la geografía y la sociología. 

  5. También desde el Sur global, han emergido propuestas críticas de ciencia e investigación social que, a partir de la crítica al carácter, imperial, colonial y capitalista de la ciencia social que se impuso desde el Norte, han construido pensamientos, teorías y prácticas investigativas que pretenden contribuir a la emancipación intelectual, cultural y política de nuestros países y continentes “periféricos”. Es el caso de los estudios post-coloniales y subalternos en la India y el amplio repertorio de pensamiento crítico latinoamericano, representado en científicos sociales como Camilo Torres Restrepo, Pablo González Casanova, Antonio García, Florestán Fernández, Mauro Marini y Aníbal Quijano quienes cuestionaron las teorías y prácticas de las ciencias sociales promovidas por el desarrollismo y abogaron por la necesidad de unas ciencias sociales latinoamericanas desde un horizonte político y epistémico anti-hegemónico. 

  6. Cabe destacar, en este sentido, a Orlando Fals Borda quien no solo contribuyó a la crítica al colonialismo intelectual de la ciencia social institucionalizada (1970), sino que fue más allá, al plantear la posibilidad de una “ciencia popular”, que finalmente materializó en su propuesta metodológica de la Investigación Acción Participativa, que pretende producir conocimiento comprometido con y desde las luchas populares, involucrando como sujetos de conocimiento a los actores de dichas prácticas; su obra es en la actualidad un referente de otras metodologías y formas de producción conocimiento alternativas como la recuperación colectiva de la historia, la sistematización de experiencias y la pesquisa ação. 

  7. Si reconocemos que la crítica no se refiere solo a la problematización de las diferentes articulaciones entre conocimiento y poder, sino también a la visibilización y cuestionamiento de otras condiciones y situaciones de dominación, el panorama de prácticas críticas se amplía; si como plantea Butler (2008: 141) “la crítica es siempre crítica a una práctica, discurso, episteme o institución, instituidos”, también está presente en otras acciones culturales, artísticas, educativas, comunicativas y sociales que controvierten e impugnan el statu quo. Es el caso, en América Latina, de un conjunto de discursos y prácticas alternativas, tales como la educación popular, la comunicación alternativa, el derecho alternativo y la teología de la liberación, que en las últimas décadas, se han convertido en corrientes de pensamiento y movimientos de gran influencia en una amplia gama de procesos organizativos y movimientos sociales a nivel mundial. 

  8. Estos últimos también han sido referente y lugar de emergencia de pensar y actuar críticos, aportando a su vez, a la configuración de las corrientes filosóficas, las ciencias sociales y las prácticas intelectuales críticas ya mencionadas. En efecto, han sido los diferentes movimientos sociales contemporáneos, los que han inspirado a pensadores críticos como Carlos Marx y a perspectivas como los diferentes feminismos, el ambientalismo, la ecología política y la interculturalidad crítica; así mismo, como acabo de señalarlo, han sido las luchas y procesos organizativos populares, el nicho privilegiado de iluminación y recepción de las prácticas educativas, comunicativas y culturales alternativas. 

  9. En un sentido aún más amplio, podemos reconocer como críticas, las actitudes, posiciones y acciones de colectivos sociales que resisten a situaciones o condiciones que interpretan como indignas e injustas, y frente a las cuales despliegan un conjunto de sentires, saberes y sabidurías portadores de sentidos críticos. Estos modos de sentir/pensar/actuar crítico no son meramente “reactivos” a las políticas hegemónicas; son también creativas, pues generan lugares de enunciación otros, desde los cuales se cuestionan los poderes y verdades establecidos y se promueven otras relaciones y sentidos de vida. 

  10. Estas sentires, saberes y comprensiones, no se manifiestan siempre en forma de sistemas discursivos, sino de ideas poco articuladas, de expresiones simbólicas y difusas prácticas culturales propias de los dominados (Scott, 2000). En esa perspectiva, me identifico con lo planteado por Oscar Useche (2016: 22) acerca de que “el pensamiento crítico de resistencia se propone a aportar a una analítica del acontecimiento resistente fundado en la práctica de los excluidos que buscan afirmar su propio poder molecular basado en la diferencia. Esto implica interrogar las prácticas y los discursos de lo(a)s resistentes sociales y examinar los trayectos por los que fluyen sus luchas en los límites, siempre inciertos, de la reconstitución de sus condiciones de existencia social; desde allí se cuestiona al conjunto de relaciones sociales y a las diversas formas de dominación social”. 

  11. Estos saberes y pensares críticos “desde abajo y desde el Sur” posee una larga historia en América Latina. Se remonta al momento mismo de la invasión europea, pasando por la colonia y el periodo de independencia, con la aparición de una conciencia americana (Roig, 2004), pasando por el ensayismo de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, la emergencia de las ciencias sociales críticas y otras prácticas “alternativas” desde las décadas de 1970 y 1980. En la actualidad, asistimos a un renacer del pensamiento crítico, expresado en algunas perspectivas emergentes como los planteamientos de coloniales, el pensar epistémico y las epistemologías del Sur. 

  12. Un proyecto intelectual que se ha venido configurando y cobrando influencia en el campo intelectual crítico en las 2 últimas décadas es el de las teorías decoloniales (Mignolo, 2006; Grosfoguel y Romero, 2009), las cuales, a partir de una radical crítica al proyecto occidental moderno y colonial, encuentra en las prácticas y reflexiones situadas desde la resistencia y re-existencia de los pueblos, busca cuestionar y subvertir la racionalidad y el poder colonial en diferentes prácticas decoloniales de saber, poder y ser, alter-nativas (Walsh, 2002; Albán, 2010). 

  13. Por otro lado, están los planteamientos del pensador chileno, Hugo Zemelman, quien hace un llamado a transgredir los límites de la racionalidad de la ciencia, dado que ésta no permite dar cuenta de la complejidad y dinamismo de la vida social. El reconocimiento de la historicidad e indeterminación de la realidad social, así como el papel de los sujetos y la subjetividad social en su transformación, desbordan el conocimiento científico atrapado en la razón analítica y a la lógica del objeto, desde corpus teóricos preestablecidos y lenguajes cerrados (Zemelman, 2005). 

  14. Para el autor, conocer la realidad desde la opción de transformación, exige una apertura gnoseológica que permita “captar” su riqueza y multiplicidad, a la vez que incorpore otras dimensiones no cognitivas del sujeto, como la voluntad y la emocionalidad. Esta racionalidad crítica, que Zemelman nombra pensar epistémico, implica un posicionamiento de los sujetos frente a sus circunstancias, apropiación de la realidad desde diferentes ángulos y lenguajes y reconocimiento de sus posibilidades de desenvolvimiento. En fin, es desde la necesidad de construcción de realidad y de conciencia histórica, que para los sujetos cobra sentido la investigación social. 

  15. Finalmente, encontramos el monumental trabajo de Boaventura de Sousa Santos, quien a partir de un cuestionamiento a la ciencia social moderna (indolente, abismal, de las ausencias) busca refundar el pensamiento crítico, desde el reconocimiento de los sentidos, saberes y visones de futuro presentes en los movimientos sociales y las prácticas emancipadoras. Para Santos, existe en la actualidad una crisis general de las ciencias sociales constituidas en la modernidad, que se expresa en su imposibilidad de comprender y decir “algo nuevo” frente a las problemáticas más significativas del mundo actual. Desde el Sur y desde los movimientos y organizaciones sociales alternativos, “no es simplemente un conocimiento nuevo el que necesitamos; necesitamos un nuevo modo de producción de conocimiento. No necesitamos alternativas, necesitamos un pensamiento alternativo de las alternativas” (Santos, 2005, p.16). 

Rasgos y principios metodológicos de una investigación social crítica 

  1. En mi caso, mi opción por “lo crítico”, en particular por la perspectiva de investigación social crítica, ha estado asociada a mi experiencia como educador popular e investigador social, prácticas desde las cuales he recibido la influencia vital e intelectual de algunos pensadores como Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Hugo Zemelman, Jesús Ibáñez, Michel de Certeau, Cornelius Castoriadis y Boaventura de Sousa Santos. 

  2. Desde mi participación en la Coordinador Distrital de Educación Popular, en el equipo de Dimensión Educativa, en el colectivo de educadores e investigadores populares de la Universidad Pedagógica Nacional y en el Programa latinoamericano de Sistematización de experiencias del CEAAL, hemos venido construyendo cierta manera de entender y hacer investigación con colectivos y procesos educativos y organizativos populares, expresada en dos modalidades investigativas participativas: la recuperación colectiva de la historia (y la memoria) y la sistematización de sus experiencias educativas y comunitarias. Este caminar colectivo de más de dos décadas, tiene nombres propios Lola Cendales, José Naranjo, Pilar Cuevas, Disney Barragán, Nelson Sánchez, Constanza Mendoza, Alcira Agulera e Isabel González, amigas y amigos con quienes no solo hemos compartido la experiencia investigativa, sino también las reflexiones y orientaciones metodologías que hoy comparto. 

  3. Este itinerario compartido de mi devenir como investigador social, nos ha permitido configurar un cierto modo de asumir, entender y practicar la producción de conocimiento que en otros momentos he nombrado y conceptualizado como “investigación interpretativa crítica” (Torres, 1996 y 1997, “investigación crítica” (2000), “investigación cualitativa crítica” (Torres, 2003) e “Investigación desde el margen” (Torres, 2004 y 2008). Dicho enfoque – que se sitúa en la tradición crítica iniciada por Freire y Fals Borda - asume la investigación como una práctica colectiva de producción de conocimiento, articulada a procesos organizativos y movimientos sociales, que se propone, comprender y fortalecer su capacidad de resistencia y generación de alternativas al capitalismo, así como contribuir a la producción de subjetividades y a la transformación de realidades y sujetos desde una perspectiva crítica y emancipadora. 

  4. Desde esta concepción y práctica investigativa hemos venido configurando un conjunto de principios y criterios metodológicos que compartimos, discutimos y re-creamos permanentemente y los cuales, sintetizamos a continuación: 

    1. Su distanciamiento crítico frente a concepciones hegemónicas de ciencia e investigación social institucionalizadas en el mundo académico y las epistemes eurocentricas, coloniales clasistas y patriarcales que les subyacen; también impugnamos su subordinación a los poderes dominantes y su indiferencia a las exigencias del contexto histórico y su desprecio por otras formas de saber.

    2. Su radical contextualismo e historicidad. Frente al universalismo propugnado por la ciencia clásica, que abstrae los contextos históricos y culturales desde y sobre la cual se produce el conocimiento abogamos por un conocimiento situado y articulado a las necesidades y desafíos de las realidades históricas, políticas, sociales y culturales en que se localizan las prácticas de generación de conocimiento. 

    3. Su compromiso con opciones de transformación o construcción social inspiradas por concepciones políticas emancipadoras (“subversivas”, revolucionarias, rebeldes, libertarias, etc.) y esperanzadoras (inédito viable, utopías, otros mundos posibles) que buscan realizarse desde el aquí y el ahora, a través de diferentes prácticas culturales, intelectuales, educativas, investigativas, comunicativas y estéticas de carácter instituyente. A la vez, este compromiso se evidencia en el reconocimiento y compromiso con los otros… 

    4. Su articulación con dinámicas de acción colectiva populares. Casi siempre, la iniciativa investigativa surge desde el seno de organizaciones populares, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales de apoyo a estos, o porque los investigadores profesionales se ponen al servicio de estos procesos e instancias asociativas y de movilización. 

    5. Su interés por que la gente común y corriente (integrantes y dirigentes de organizaciones y movimientos populares, educadores, activistas, profesionales prácticos) y se formen como sujetos de investigación. En concordancia con la apuesta de contribuir a que los sectores populares se vayan conformando como sujetos sociales autónomos, críticos y propositivos, desde estas prácticas investigativas se pretende que quienes participan en ellas, adquieran y afiancen sus capacidades de pensamiento y conciencia crítica, en la apropiación de enfoques y estrategias metodológicas y de herramientas investigativas prácticas. 

    6. Promueven la participación de sujetos “no especialistas” en la producción de conocimiento; ello se expresa, no solo en las operaciones investigativa sino principalmente en la toma de decisiones estratégicas del proceso metodológico, tales como por qué y para qué iniciar un proyecto investigativo, cuáles serán las preguntas y problemas que lo orientarán, cuáles las estrategias de producción y análisis de los datos y en la interpretación global de resultados. Para ello, generalmente se forma un equipo responsable de la investigación, conformado por personas de las organizaciones o movimiento y quienes asumen el rol de acompañantes o asesores. 

    7. Frente a la monocultura arrogante del conocimiento científico, se promueve la ecología de saberes, la confluencia y e interacción dialógica entre diferentes formas de pensar, conocer, valorar y sentir: académicos y no académicos (sabidurías ancestrales y populares), conocimientos teóricos y prácticos, intelectuales y emocionales, occidentales y no occidentales, etc. La apertura a estas diferentes subjetividades no se asume como fuentes a ser valoradas e interpretadas por los especialistas, sino como horizontes interpretativos desde los cuales se construyen realidades y opciones de futuro. 

    8. Frente a la jerarquización y verticalidad de las instituciones y prácticas académicas de investigación, estas modalidades de investigación alternativa, promueven relaciones horizontales y democráticas entre las diferentes categorías de sujetos investigadores que se involucran en los procesos de producción de conocimiento. 

    9. Frente al dogmatismo rigidez del mundo académico, se promueve la creatividad e imaginación en el uso de diferentes referentes conceptuales, categorías, estrategias, lenguajes, técnicas dentro de las prácticas investigativas, no por un afán de “innovación” sino en función de potenciar los sujetos y las subjetividades que hacen posible la construcción de conocimiento y la transformación de prácticas y realidades sociales. 

    10. Reflexividad. Frente al reconocimiento de la indeseabilidad e imposibilidad de la llamada objetividad científica, por reconocerse la presencia de lo subjetivo en todo proceso de construcción de conocimiento, se opta por la exigencia de hacer reflexivas cada una de las decisiones y operaciones investigativas, así como la generación y recreación de criterios que orienten los procesos investigativos. Ello posibilita, lo que Jesús Ibáñez (1998) denomina “investigación social de segundo orden”. 

  5. Por la multiplicidad de rasgos y principios que configuran estas investigaciones, durante su proceso se debe estar atento simultáneamente a dimensiones propiamente epistemológicas (construcción de los problemas de estudio, reconstrucción empírica, análisis, interpretación y teorización) como políticos (participación, democratización, articulación a procesos organizativos y de acción colectiva) y pedagógicos (formación de participantes, retroalimentación de los avances, comunicación de resultados). 

Decisiones y operaciones habituales de nuestro quehacer investigativo 

¿Cómo se traducen estos principios y criterios metodológicos en nuestras investigaciones? A partir de una reconstrucción de los procesos llevados a cabo en algunas de nuestras investigaciones recientes, en particular con experiencias organizativas populares, podemos identificar algunas decisiones metodológicas comunes a nuestros itinerarios investigativos1. Estos no deben ser entendidos como “pasos” de un proceso lineal, sino como nudos problemáticos que si bien tienen una mayor importancia en un momento determinado, hay que tener en cuenta a lo largo de toda la investigación2

Puntos de partida. Consensos y generación de condiciones para realizar el estudio 

  1. La iniciativa de nuestras investigaciones puede tener diferentes fuentes: el interés del colectivo que agencia una organización o movimiento por comprender mejor su práctica o una realidad que los problematiza, la decisión de nuestro colectivo de investigación por indagar un asunto que resulta relevante dentro de un campo problemático en el que venimos trabajando, la convocatoria o invitación de una instancia de cooperación o espacio de articulación más amplio para abordar una temática de interés general. 


1Algunos de los proyectos de investigación desarrollados siguiendo estas orientaciones son: Discursos, prácticas y actores de la educación popular en Colombia durante la década de los ochenta (1995-1996); Organizaciones populares, identidades locales y ciudadanía en Bogotá (2001-2002); Saberes y prácticas pedagógicas en organizaciones populares (2003-2004); Formación de pensamiento crítico en procesos educativos populares (2005-2006); Educación en movimientos sociales de América Latina (2011-2012); Formación de subjetividades y comunidad en organizaciones locales en Colombia (2013-2014) 

2Para ello, retomo artículos escritos con Constanza Mendoza (2012) y con Alcira Aguilera y María Isabel González (2012)

 

  1. En todos los casos, es necesario conversar y llegar a acuerdos sobre la pertinencia y relevancia de la investigación para los actores que se van a involucrar y definir las finalidades que la orientarán. Por lo general en las razones que justifican nuestras investigaciones se conjugan: la preocupación de los colectivos por analizar críticamente su práctica, con nuestro interés por ampliar nuestra comprensión de este tipo de procesos sociales y de acciones colectivas, con el fin de fortalecer su potencial emancipador. 

  2. Por ejemplo, en el proyecto “Formación de subjetividades, sentidos de comunidad en procesos organizativos locales”, vimos la importancia de abordar cómo las organizaciones desde sus procesos formativos potencian la constitución de subjetividades políticas. A la vez, algunas organizaciones se han acercado al grupo para solicitar apoyo porque desean realizar alguna investigación que les ayude a comprender en qué medida sus prácticas mantenían su carácter crítico y autónomo. 

  3. También es común que antes de iniciar trabajo práctico de la investigación, se busque generar las condiciones logísticas y se elabore el plan de trabajo donde se especifican las actividades, los tiempos, las responsabilidades y los recursos. Ello implica armonizar los tiempos y procesos de la universidad o institución que respalda la investigación con los tiempos y prácticas de las organizaciones, en particular, las referidas a las condiciones y procedimientos administrativos para la ejecución de los recursos. 

Definición de las preguntas y estrategia metodológica de la investigación 

  1. Establecidos estos acuerdos y condiciones, se procede a definir los interrogantes que orientarán la búsqueda; a diferencia de las investigaciones convencionales en las que estos provienen de los marcos teóricos y analíticos de los investigadores, en las nuestras la decisión es más política que teórica: surgen del reconocimiento de las cuestiones “vitales” que se está planteando la organización en el momento; es decir, es la lectura crítica de su presente la que posibilita la elaboración de las preguntas en torno a las cuales se organizará la investigación. Por ejemplo, en el ejercicio de auto-indagación recientemente realizada con la Asociación Vecinos Solidarios (AVESOL), una de las inquietudes era ¿En qué medida su creciente vinculación como contratistas de la administración distrital les había hecho perder su autonomía y carácter alternativo; en términos concisos lo expresaron así: ¿Está la lógica contractual había desplazado la lógica comunitaria? Otras inquietudes eran ¿Cuáles habían sido las acciones que habían posicionado a la organización frente a la comunidad local? 

  2. A partir de estas preguntas centrales o ejes de indagación se elaboran preguntas específicas que orienten la reconstrucción descriptiva de la experiencia y el balance interpretativo de los hallazgos y aprendizajes. En la investigación con AVESOL, se definió que en el abordaje de cada hito significativo relacionado con la pregunta principal, se haría desde las siguientes preguntas: ¿Cómo surgieron esta iniciativa? ¿Cómo se dio el proceso de construcción y ejecución? ¿Cuáles acciones de desarrollaron y de qué manera? ¿Qué factores incidieron en las acciones? ¿Cómo participo la comunidad? ¿Cuáles fueron los resultados? ¿Cómo se afectó la organización? ¿Qué aprendizajes se generaron? 

  3. Estas preguntas y ejes temáticos iniciales, se pueden modificar a lo largo del proceso investigativo, lo cual exige una sensibilidad para identificar preguntas y categorías emergentes. Por ejemplo, en la sistematización de una experiencia organizativa de mujeres, los temas iniciales estaban referidos a sus relaciones con el contexto barrial, a sus dinámicas organizativas internas y a la construcción de su identidad como mujeres; sin embargo, cuando se realizaban las entrevistas y los grupos de discusión, fue emergiendo como relevante el hecho de que su vinculación a la organización local había transformando sus relaciones de pareja. Esta preocupación emergente, adquirió centralidad en el desarrollo posterior de dicha investigación. 

  4. Definido el qué se va a investigar, también se acuerda cuál será la estrategia metodológica más pertinente; unas veces puede ser la Investigación Acción Participativa, otras la Recuperación colectiva de la historia o la Sistematización de experiencias, una combinación de las mismas o la creación de una nueva estrategia, como lo fue la “auto-indagación crítica” para el caso de AVESOL. En todo caso, la decisión pasa por un primer acercamiento a estas metodologías y una vez tomada la decisión, se realiza un taller para profundizar en la perspectiva y familiarizarse con el proceso metodológico global y sus implicaciones prácticas. 

Con-formación del equipo investigador 

  1. Aunque en el momento anterior se avanza en la definición de quiénes van a hacer parte del equipo investigador, ahora se definen los integrantes de dicho equipo, tanto desde el grupo de investigación como desde las organizaciones sociales; para estas últimas, en unas ocasiones la decisión es voluntaria (interés por investigarse o aprender), en otras es una tarea asignada por la dirección (en una investigación con una Cooperativa de campesinos, la junta directiva responsabilizó de la tarea al Comité de educación). 

  2. Es este equipo el que asumirá la orientación y desarrollo práctico de la investigación así se estén socializando sus avances con los dirigentes y demás integrantes de la organización. Es este colectivo el que afina la justificación, los objetivos, las preguntas y la estrategia metodológica, los cuales se redactan como un proyecto. Es también con este equipo que se realiza una formación metodológica más intensa, generalmente a través de encuentros periódicos y talleres que proveen de criterios y herramientas para el desarrollo de cada una de las fases de la investigación (reconstrucción histórica, análisis e interpretación, redacción y socialización de resultados) y para apropiarse de los referentes conceptuales que ayudarán a dar una comprensión más profunda de las temáticas emergentes. 

Reconstrucción descriptiva y narrativa de las experiencias y los procesos organizativos 

  1. Este momento busca producir un relato consensuado de las trayectorias organizativas, en particular de los procesos o hitos significativos con relación a las preguntas que orientan la investigación. Generalmente procedemos a establecer cuáles fuentes nos pueden proveer de información y narrativas sobre las mismas, a cuáles técnicas podemos acudir y cuáles instrumentos para recolectar y registrar los datos.

  2. Una de las primeras actividades es la reconstrucción temporal del proceso, para reconocer sus continuidades y rupturas, así como los hitos y etapas más significativos, para así hacer una primera periodización que nos permita organizar temporalmente la tematización que se deriva de las preguntas. Esta periodización puede hacerse a partir del testimonio de alguna persona que tenga la visión de conjunto o de un ejercicio de construir colectivamente el camino recorrido por la organización en relación a los temas de interés. 

  3. Luego se procede a la reconstrucción descriptiva de los procesos de la organización a partir de las preguntas, las fuentes y las técnicas acordadas. Por lo general, se consultan documentos, se realizan entrevistas y recogen testimonios, se realizan talleres y grupos de discusión; una vez registrada la información provocada por cada técnica, se categoriza y se organiza en torno a la periodización. Finalmente, se redacta un texto que presenta la reconstrucción narrativa y descriptiva del proceso histórico y de los ejes temáticos que visibilice las diferentes voces y miradas; dicha versión se socializa entre los demás integrantes de la organización y ajustada según sus aportes. 

Análisis e interpretación de la lógica y los sentidos que configuran el problema 

  1. El proceso de análisis debe considerarse como una actividad reflexiva que influye en el procesamiento de la información y en la redacción de los balances parciales; no obstante, conviene que en todo proceso de investigación exista un espacio-tiempo definido para revisar detenidamente la información acopiada a partir de lo cual realizar los primeros balances. A este momento es a lo que se denomina como “análisis de la información”, el cual podría definirse como un conjunto de operaciones empírico – conceptuales mediante las que se construyen y procesan los datos a través de un proceso de ordenación, clasificación, categorización y relacionamiento de la información. 

  2. En nuestros trabajos, el proceso de análisis pasa por la construcción de categorías (unidades temáticas) que facilitan la agrupación de información. Las categorías son construcciones de sentido que sirven para clasificar y agrupar datos con atributos o propiedades comunes, permiten pasar de una mirada global (la información recogida archivos, entrevistas, conversatorios, etc.) a una más focalizada que facilite la realización de otros procesos analíticos como la construcción de matrices, cuadros, diagramas y esquemas. 

  3. Una vez se tiene organizada la información a partir de matrices, cuadros de relación y/o esquemas, se inicia la reconstrucción global de los hallazgos, que a partir de su interpretación, puedan dar respuesta a las principales preguntas y objetivos del estudio. Dicha comprensión es uno de las actividades más complejas, porque implica disponer de referentes conceptuales que sean pertinentes a la singularidad de los hallazgos. 

  4. La meta de este momento es producir un texto analítico e interpretativo que evidencie una lectura crítica de la problemática estudiada, que a la vez reconozca el punto de vista de los sujetos involucrados, las incidencias del contexto, la interpretación critica de los procesos y categorías emergentes. Dicho balance interpretativo, es nuevamente presentado al colectivo para su discusión y ajuste. 

El punto de llegada: Síntesis, socialización de resultados y nuevos retos 

  1. ¿Cómo se traduce lo encontrado en términos de resultados de conocimiento y para la socialización? La idea es construir una interpretación que le permita a los sujetos reconocerse en los análisis y asumir los retos que depara la lectura crítica de la experiencia organizativa. Este es un desafío importante porque se trata de condensar el conocimiento construido de manera sintética y didáctica; por un lado, la descripción densa de la experiencia, por otro, su análisis e interpretación de cada uno de los ejes problemáticos. La exposición final de resultados se guía por los hallazgos y conclusiones de la interpretación. 

  2. En todos los casos, los resultados de una sistematización o investigación deben ser socializados a través de diferentes medios, según a los colectivos sociales a los que se les quiere hacer llegar. En primer lugar al conjunto de integrantes de la organización, que si bien es cierto han participado en los diferentes momentos del proceso y ha venido enterándose de los avances, son los primeros interesados en conocer los resultados globales; en segundo lugar a otros colectivos que trabajan en el mismo territorio o en los mismos campos temáticos; en algunos casos, se busca poner en discusión el conocimiento generado en espacios académicos institucionales. 

  3. En nuestra experiencia investigativa hemos acudido a diferentes estrategias y formatos comunicativos. En todos los casos se produce un informe escrito que da cuenta del proceso metodológico vivido, de la reconstrucción descriptiva del proceso y de una interpretación en torno a los ejes problemáticos. Salvo algunas excepciones, dicho documento se editó como libro, procurando la mayor claridad y sencillez en el lenguaje. En algunos casos se produjeron materiales de amplia difusión (videos, cartillas, programas radiales). Estos materiales se ponen en discusión a través de la realización de talleres, foros y socializaciones públicas. 

  4. En la mayoría de los casos, nuestras investigaciones no terminan con la elaboración y socialización de los resultados. Dado el sentido crítico y el interés práctico de las mismas, se realiza una reunión entre el grupo investigador de la universidad y el colectivo de la organización para hacer un balance evaluativo en términos políticos, de los conocimientos producidos y de los procesos formativos y de transformación generados por la investigación. En algunas ocasiones, surge la necesidad de realizar nuevas investigaciones, de incorporar cambios en las dinámicas y prácticas de las organizaciones y movimientos o de promover acciones de formación. 

In-conclusiones 

  1. La trayectoria aquí narrada, así como los criterios y procesos metodológicos descritos, permiten confirmar que los enfoques investigativos y metodológicos surgen y se configuran en contextos y procesos históricos concretos, que condicionan (no determinan) sus sentidos, estrategias y modos de operar. En nuestro caso, un tipo de investigación crítica articulada a procesos organizativos y movimientos populares. 

  2. Los criterios investigativos expuestos son una elaboración parcial y aún abierta de una construcción colectiva y a escala latinoamericana en torno a la producción de conocimiento desde y sobre prácticas de transformación social. Por tanto, no tiene una pretensión universalista ni busca deslegitimar otras prácticas investigativas actualmente presentes dentro y en las márgenes de las ciencias sociales. Expresan un devenir y un caminar singular, que ha buscado responder a desafíos de conocimiento gestados desde prácticas organizativas y de acción colectiva, en diálogo con otras propuestas y reflexiones que se asumen como críticas y alternativas. Por ello, el itinerario de decisiones y acciones metodológicas presentado, no es un diseño rígido para ser “aplicado” a cualquier realidad. Es una invitación a que otros colegas con los que compartimos búsquedas y recorridos similares, se animen a escribir y a comunicar sus propias experiencias y reflexiones. 

Bibliografía 

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  2. (2015). Reinventando la comunidad y la política: formación de subjetividades, sentidos de comunidad y alternativas políticas en procesos alternativos locales. Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional 

  3. Castoriadis, Cornelius (1997). Ontología de la creación. Ensayo y error, Bogotá 

  4. Barragán, Disney; Mendoza, Constanza; Torres, Alfonso, 2006. “Aquí todo es educativo. Saberes pedagógicos y prácticas formativas en organizaciones populares”, en: Revista Folios # 23, Bogotá, Facultad de Humanidades, Universidad Pedagógica Nacional 

  5. Barragán, Disney y Torres, Alfonso (2017). Sistematización como investigación interpretativa crítica. Bogotá, SINTESIS – El Búho (en prensa) 

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